Lo eramos todo, era todo perfecto. La gente nos envidiaba. Todos querían algo como lo nuestro. Un nosotros. Un presente. Yo no quería que esto acabara nunca. Teníamos nuestros más y nuestros menos, nuestras diferencias. Pero todo se solucionaba con tus perfectas palabras y tu perfecta forma de quererme. Era como cerrar los ojos y ponerse a soñar. Sin pensar en lo que dijeran los demás, eso no importaba. Yo me enganché de más de lo que tenía pensado. Te convertiste en demasiado para mi. Tanto que mi estado de ánimo dependía de tí. Tanto que finjía ser feliz, pero eso no lo es todo solo con poner una sonrisa en tu cara si no dejabas de llorar por las noches odiando a la chica que ahora está entre sus brazos.
Con el tiempo aprendí a superarlo, aprendí a vivir sin ti. Fijándome en otros chicos, que se acercaran a tí en el parecido, ya que ninguno llegaría a ser igual. Casi superado, se podía decir que del todo, ya que te veía y no me dolía recordarte, solo sonreía al verte. Ya me había olvidado de ti. Y volviste a aparecer. No se si adrede o sin querer, pero lo hiciste. Con pequeños detalles que llamaban la atención. Y otra puta vez enganchada a ti, eres peor que una droga. Pero nada, lo que toca es seguir adelante, sin pensarlo. Y si tiene que pasar algo, pasará. Pero no me voy a sentar a ver como llega. Mientras, viviré. Hasta que vuelvas a convertirte en 'todo', y entonces viva solo para ti.